jueves, 15 de mayo de 2025

La cara oculta de la empatía




Imagen: Credit Javier Jaén
Por Michael Ventura
Ventura es autor de Applied Empathy.

En una entrevista de este año con Joe Rogan, Elon Musk dijo, en una ocurrencia, que “la debilidad fundamental de la civilización occidental es la empatía”. Parecía culparla, en parte, del deterioro de la vitalidad cultural de Estados Unidos. Dijo que creía en la empatía, pero que los woke la habían “convertido en un arma”.



A pesar de su desdén por la empatía, Musk sabe usarla muy bien en su propio beneficio. De hecho, yo diría que es uno de los operadores empáticos más eficaces en el mundo empresarial y la vida pública contemporánea.
Aunque a menudo consideramos a la empatía como un sinónimo de bondad, eso no es del todo exacto. La empatía no es lo mismo que la compasión. En esencia, la empatía es la capacidad de comprender las perspectivas de los demás: lo que sienten, lo que piensan, lo que temen, lo que quieren. Esa comprensión se puede poner al servicio de un bien mayor. O puede explotarse, como argumentó Musk.

En términos psicológicos, la empatía no es una habilidad singular, sino que se presenta en distintas formas. Como han demostrado los investigadores, la empatía afectiva (la capacidad de sentir lo que sienten los demás) es distinta de la empatía cognitiva (la capacidad de comprender lo que sienten los demás). Muchas personas tienen ambas. Otras, como los narcisistas y los sociópatas, suelen poseer solo el tipo cognitivo, si es que tienen empatía. Y es aquí donde las cosas pueden ponerse peligrosas.

Cuando escribí mi libro Applied Empathy hace varios años, incluí a Musk en una lista de empresarios que habían aprovechado su comprensión cultural para crear empresas atractivas. Él supo empatizar con el anhelo colectivo de la sociedad por una visión orientada hacia el futuro, y ofreció cohetes (SpaceX) y vehículos autónomos (Tesla) como respuesta. Como estas empresas respondían a nuestras necesidades, queríamos ser parte del viaje. Eso es empatía en acción.

Lo que no tomé en cuenta entonces —y que estamos enfrentando ahora— es lo que ocurre cuando la comprensión del comportamiento humano no se utiliza para elevar o apoyar, sino para provocar o desestabilizar.
En la tecnología, los medios de comunicación y la política, estamos presenciando un aumento de líderes que rechazan la empatía retóricamente, pero la utilizan tácticamente. Desacreditan esta habilidad vital como una debilidad, pero afinan sus mensajes para provocar precisamente las reacciones que necesitan de inversionistas, votantes y seguidores. Hemos oído los mensajes codificados de tinte ideológico. Hemos sido testigos del alarmismo y la extralimitación disfrazados de protección de la democracia.


El presidente Donald Trump lleva mucho tiempo ridiculizando la empatía como algo ingenuo, presentando a la fuerza como sinónimo de dominación, sugiriendo que si te importa pierdes, y si controlas, ganas.
Pero esta perspectiva, además de carecer de ética, también es muy poco práctica para el liderazgo, sobre todo en los negocios. Un estudio de 2021 descubrió que los empleados que afirman tener jefes con capacidad de liderazgo empático tienen más probabilidades de ser innovadores, comprometidos y resistentes. Según una encuesta reciente, la cultura tóxica en el lugar de trabajo, y no la remuneración, es la razón principal de la rotación de empleados. La empatía, aplicada con integridad ética, es un motor del rendimiento, no un lastre.

La empatía que conecta, que construye, que cura, requiere un código ético. Requiere moderación. Requiere confianza. Pide al empático no solo que comprenda a los demás, sino también que honre lo que esa comprensión revela. Cuando la empatía se desvincula de la ética, se convierte en coacción con una sonrisa.
Lo vemos ahora con la inteligencia artificial, donde los sistemas se entrenan cada vez más para simular respuestas empáticas. Tu chatbot se disculpa por tu frustración, tu asistente virtual te ofrece frases cursis de apoyo y tu aplicación de salud mental te escucha sin juzgarte. Pero ninguno de estos sistemas siente nada. Solo saben qué decir. Estamos entrando en un mundo en el que los algoritmos “empáticos” son mejores para reconocer la angustia que nuestros jefes, pero carecen de brújula moral para decidir qué hacer al respecto. Y si no tenemos cuidado, pronto confundiremos la simulación con la presencia. Al hacerlo, no solo tercerizamos el trabajo emocional, sino también nuestra responsabilidad emocional hacia los demás.

La empatía sin responsabilidad es hueca y engañosa. Adormece a la gente con una falsa sensación de seguridad. Y rompe precisamente la confianza que pretende crear.
Y, sin embargo, no podemos descartar la empatía. Eso es precisamente lo que quieren los provocadores. Quieren replantear el cuidado como debilidad, la dignidad como ingenuidad y la confianza como un lastre. No mordamos el anzuelo.
Si queremos un mejor liderazgo en los negocios, la política y la tecnología, tenemos que reclamar la empatía como una responsabilidad. Tenemos que enseñarla no solo como una habilidad social, sino también como una práctica disciplinada, vinculada a la ética y arraigada en nuestra humanidad compartida. Debemos responsabilizar a los líderes no solo de lo que dicen, sino también de cómo —y por qué— intentan comprendernos.
Así que, sí, Musk es una persona empática. Pero no del tipo que necesitamos.

Michael Ventura es autor, conferencista y asesor sobre liderazgo empático para empresas, universidades y clientes institucionales de todo el mundo. Es autor de Applied Empathy: The New Language of Leadership.
https://www.nytimes.com/es/2025/05/06/espanol/opinion/musk-empatia.html?smid=nytcore-ios-share&referringSource=articleShare

Creador Digital | Escritor Independiente
Traducción, Compendio y Edición 

Visualización de Aves, https://www.healthypath.info

Granjas Integrales Inteligentes, https://www.codac.net


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miércoles, 5 de marzo de 2025

Las 5 señales que podrían indicar síntomas de demencia

 Las 5 señales que podrían indicar síntomas de demencia

En los tipos de demencia en los que el olvido no es el síntoma principal hay signos que pueden indicar cambios cerebrales tempranos, según los expertos.


Credit...Cristina Daura



Por Dana G. Smith

28 de Septiembre de 2024


Pasar por semáforos en rojo. Caer en estafas. Alejarse de los amigos.



La pérdida de memoria es el síntoma más conocido de la demencia, sobre todo de la enfermedad de Alzheimer. Pero los expertos dicen que hay otras señales de alarma que pueden indicar cambios cerebrales tempranos, que son muy importantes en aquellos tipos de demencia en los que el olvido no es el síntoma principal.

Al igual que los lapsus de memoria ocasionales, estos problemas también pueden atribuirse a otros cambios relacionados con la edad o la salud (o simplemente a un mal día), por lo que los expertos subrayan que no son necesariamente señales de demencia aisladas. Pero, cuando se combinan, podrían ser una señal de que es hora de ver a un médico.


1. Problemas económicos

Las personas con demencia pueden tener problemas de dinero o ver afectada su solvencia años antes de que aparezca la pérdida de memoria u otros síntomas cognitivos. Pueden olvidarse de pagar las facturas, por ejemplo, o no ser capaces de ceñirse a un presupuesto.

“Una de las razones por las que la mala gestión financiera puede ser un indicador sensible es su complejidad”, porque implica la interacción de varias regiones cerebrales, dijo Winston Chiong, profesor de neurología de la Universidad de California en San Francisco. En consecuencia, las finanzas pueden ser una de las primeras áreas en las que empiezan a aparecer grietas en la cognición de una persona.

La toma de decisiones financieras erróneas preocupa especialmente a quienes padecen demencia frontotemporal, una forma relativamente rara de demencia en la que el juicio se ve afectado en una fase muy temprana de la enfermedad. Algunas personas con esta enfermedad pueden hacer compras grandes e impulsivas. Otras pueden confiar en personas en las que normalmente no lo harían, lo que aumenta el riesgo de estafa.

“Las personas con demencia frontotemporal son menos sensibles a las posibles consecuencias negativas”, dijo Chiong. Debido a esto, pueden tener una mayor “susceptibilidad a diferentes tipos de manipulación”, o pueden ser “más propensos a ser derrochadores o descuidados con el dinero”.


2. Problemas de sueño

Los trastornos del sueño pueden volverse más comunes a medida que la gente envejece, y los adultos mayores tienden a tener un sueño más ligero y a acostarse y despertarse un poco antes de lo que solían hacerlo, lo cual es completamente normal. Pero si se producen cambios drásticos en los hábitos de una persona, como empezar la mañana a las 3:00 a. m. o ser incapaz de mantenerse despierta durante el día, puede ser un signo de demencia.

“Algunas de las regiones del cerebro, como el tronco encefálico, que son muy importantes para regular los ciclos de sueño y vigilia, son las primeras que se ven afectadas por la enfermedad de Alzheimer”, dijo Joe Winer, profesor de neurología y ciencias neurológicas de la Universidad de Stanford. “Así que años antes de que alguien presente cualquier signo de síntomas de memoria”, puede experimentar cambios en sus patrones de sueño.

Un cambio que puede ocurrir específicamente con la demencia con cuerpos de Lewy —otro tipo de trastorno cerebral progresivo— es que una persona puede empezar a representar sus sueños. Lo mismo ocurre con la enfermedad de Parkinson, que está relacionada con la demencia con cuerpos de Lewy. Normalmente, nuestros músculos se paralizan durante la fase REM, que es cuando solemos tener los sueños más vívidos. Pero en estos dos trastornos neurodegenerativos, unas proteínas tóxicas atacan las células del tronco encefálico que controlan la parálisis del sueño.

Ronald Postuma, profesor de neurología y neurocirugía de la Universidad McGill, dijo que esta condición, llamada trastorno del comportamiento del sueño en fase REM, no es solo caminar o hablar dormido. En su clínica, los pacientes suelen acudir después de que su “compañero de cama les haya dicho que les estaban pegando, gritando, chillando durante sus sueños”.

3. Cambios de personalidad

En un estudio publicado el año pasado, los investigadores descubrieron que las personas con demencia experimentaban ligeros descensos en extroversión, agradabilidad y concienciación antes de mostrar signos de deterioro cognitivo. Esos cambios de personalidad se aceleraban a medida que aparecían más síntomas de demencia, dijo Angelina Sutin, profesora de ciencias del comportamiento y medicina social de la Universidad Estatal de Florida, quien dirigió el estudio.

Aunque la investigación se llevó a cabo mediante un test de personalidad estandarizado, hay algunos cambios en el comportamiento cotidiano a los que se puede estar atento. Una disminución de la extroversión, por ejemplo, puede parecerse a una persona más retraída o a un estrechamiento de su círculo social.

Puede ser más fácil darse cuenta de que alguien “ya no sale con tanta frecuencia que reconocer cuánto ha disminuido su memoria”, dijo Sutin.

Algunos de estos cambios de personalidad pueden producirse espontáneamente, como consecuencia de los daños cerebrales. En el caso de la demencia frontotemporal, por ejemplo, la disminución de la simpatía, que hace a la persona menos confiada y amistosa, está relacionada con la disminución del volumen cerebral en el córtex frontal, un componente clave de la enfermedad.


Otras veces, los cambios pueden surgir a causa de los síntomas cognitivos. Por ejemplo, una persona con alzhéimer puede parecer menos concienzuda, ser cada vez más desorganizada o tener dificultades para completar tareas laborales o domésticas a medida que su memoria declina.

4. Dificultades para conducir

Junto con el manejo de las finanzas, conducir es uno de los comportamientos cognitivos más complejos que las personas realizan a diario. Ganesh Babulal, profesor asociado de neurología de la Universidad de Washington en San Luis, ha demostrado en sus investigaciones que los problemas al volante pueden manifestarse años antes que en otros lugares.

Conducir “es la mezcla definitiva del sistema cognitivo”, dijo Babulal. “Y si hay algo que no funciona, desafortunadamente el conductor deja de tener el control y corre el riesgo de sufrir un accidente o una colisión”.

El deterioro cognitivo puede manifestarse en forma de arañazos en el coche, en un choque menor (o casi uno) o en saltarse las señales de parar o los semáforos. La gente también puede frenar o acelerar de repente o tomar las curvas demasiado rápido. Como consecuencia, dijo Babulal, puede que dejen de conducir tanto —sobre todo de noche, con mal tiempo o en hora pico— o que se sientan reacios a conducir con nietos u otros pasajeros en el coche.


Por supuesto, otros problemas físicos que pueden aparecer con la edad, como problemas de visión, neuropatías o efectos secundarios de la medicación, pueden afectar a la conducción. Pero si notas cambios preocupantes en la capacidad de alguien, quizá valga la pena tener la “conversación de la llave del coche”.

5. Pérdida del olfato

Las partes del cerebro que controlan el olfato, conocidas como sistema olfativo, se encuentran entre algunas de las primeras áreas dañadas en la enfermedad de Alzheimer y la demencia con cuerpos de Lewy; también es el caso de la enfermedad de Parkinson. Muchas personas con estas enfermedades empiezan a perder el sentido del olfato años, o incluso décadas, antes de que aparezcan otros síntomas.

A diferencia de la pérdida de audición y visión, que pueden ser factores de riesgo de demencia, pero no se cree que estén causadas por la enfermedad en sí, la pérdida de olfato parece ser una de las manifestaciones más tempranas de la neurodegeneración.

Los distintos tipos de enfermedades cerebrales parecen afectar al sentido del olfato de las personas de maneras diversas. Por ejemplo, las personas con alzhéimer tienden a ser capaces de detectar un olor, pero pueden identificarlo erróneamente. “Dicen: ‘Qué olor tan agradable. Huele tan dulce. Debe ser gasolina’”, dijo Postuma. Por el contrario, añadió, los que padecen Parkinson y demencia con cuerpos de Lewy suelen ser “escépticos de que están percibiendo un olor”.

Dana G. Smith es reportera del Times que cubre la salud personal, en particular el envejecimiento y la salud del cerebro. Más de Dana G. Smith



Creador Digital | Escritor Independiente
Traducción, Compendio y Edición 

Visualización de Aves, https://www.healthypath.info

Granjas Integrales Inteligentes, https://www.codac.net


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